martes, 3 de abril de 2007

Casi ángeles en La Voz del Interior

La ecuación fue simple: si un pintor usa bigotes y boina; un cocinero, gorro almidonado; y un juez, peluca blanca de rulitos, entonces un arqueólogo se viste con sombrero a lo Indiana Jones, con colmillos de temibles fieras incluidos, jeans de Marlboro Man y camisas a cuadros tan escoceses como anticuados. Eso por lo menos pasa en los dibujitos animados icónicos y algo de esa simpleza tiene Casi ángeles, la tira en la que los huérfanos son maniquíes vestidos re-casual y el personaje de Nicolás Vázquez es un investigador con más pinta de jinete de rodeo de kermés que de científico estudioso.

Más que detalles de su ropa, son los utensilios y las herramientas las que definen el look de los demás personajes con los que Nicolás Vázquez se paseó por la pantalla. Si bien tuvo un par de participaciones olvidables en Verano del ’98 y en Ilusiones, con Son amores la cosa dio un salto.
Entonces fue que sus ojos celestes de canario anfibio se hicieron notar con Pato, el manager de Mariano Martínez, un Coppola de joggings, camisas sin mangas y varios celulares dispuestos a ser desenfundados a la primera de cambios.

Luego, de la fiebre de los teléfonos pasó a la de los guantes. No a los de box, sino a los de látex. Limpió a sus competidores y se quedó con el rol de mucamo en Quién es el jefe?, la sitcom de Telefé con Gianella Neyra. El modelito incluía delantal, plumero, balde y una pila de aerosoles con aroma a “flores frescas del campo”.

Se hartó de la pulcritud y, esta vez, al que limpió fue a su amigo Mariano Martínez, cuando entró en Alma Pirata y le serruchó el piso para conquistar al personaje de Luisana Lopilato, con un pañuelo rojo a lo Rambo. Porque, en las tiras de Cris Morena, los combatientes y los piratas (así como los farmacéuticos y los médicos con los guardapolvos) se ven iguales: basta un pañuelo rojo en la frente.

Pero Nicolás, a la vez, cuida su perfil romántico, deja que su novia le elija el frac de la boda, dice que muere por ser padre y de los buenos, y en la novela quiere conquistar a Emilia Attias a fuerza de flores. Porque en las novelas de Cris Morena, los románticos se distinguen porque se paran en las esquinas con un ramo de rosas. Claro que se pueden confundir con floristas.

Fuente: LA VOZ DEL INTERIOR

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