viernes, 11 de mayo de 2007

Adolescentes modelo 2007, en una dimensión paralela

Un recorrido por los estudios donde se graban Patito feo y Romeo y Julieta permite conocer la trastienda del joven catódico, a partir del testimonio de galancitos y heroínas que los encarnan en las telenovelas vespertinas: un mundo donde no hay guerras de colegios y todo pasa por la estética.

Norma, la recepcionista de los estudios Central Park, en Martínez, está profundamente involucrada en la batalla del rating; sus pichones de Patito feo (Canal 13) a veces casi doblan en cifras a la competencia de Casi ángeles (Telefé), a las seis de la tarde, cuando aquí se para el mundo. Pero el enigma es otro: qué hay más allá del rating, o cómo son las nuevas imágenes que retratan la adolescencia en la TV. ¿Hay algo nuevo tras el paso del huracán Rebelde Way, que ancló la acción en el barrio privado y privatizó la educación como único destino letrado? La respuesta se busca in situ, en los modernos estudios en los que el agua cae a través de cascadas situadas en las paredes y donde los patios se reparten el territorio con extensos pasillos que nunca terminan. Abundan aquí, donde se graban simultáneamente Romeo y Julieta y Patito feo, las habitaciones de adolescentes típicos (camas marineras, guitarras y notebooks), las aulas de un colegio de plástico, los patios para clases de educación física y los precoces cuerpos musculados de los varones y las delanteras prominentes de las niñas.

En los estudios de Martínez, los colegios a los que concurren las nuevas camadas de televisados se llaman “Stars” para Romeo y Julieta y “Prettyland” para Patito feo, en herencia directa del Elite Way School con el que irrumpió no hace tanto tiempo atrás el Rebelde Way de Cris Morena, fijando una obsesión anglófila en la pantalla chica que sigue vigente. Sorprendida en un pasillo, la protagonista de Romeo..., Brenda Gandini, entregará su hipótesis personal sobre el asunto de los colegios importados: “Es la globalización o el yanquinazo que nos toca. Lamentablemente todos tenemos una cuota de Estados Unidos”.

Aquí, en Central Park, hay de todo: protagonistas concientizados sobre estereotipos y actores fundidos con sus criaturas de ficción; galancitos profundamente convencidos del texto que recitan e identificados con los carilindos que les tocan, y otros más sarcásticos que se burlan de su adolescencia crónica desde el 2001: a los 23 años Diego Mesaglio sigue siendo adolescente en Romeo y Julieta. “Hago de repetidor”, justifica. Todos ellos revisan en este itinerario los nuevos rostros de la pubertad y la adolescencia fijada en el romance, decididamente cándida en Casi ángeles (con Emilia Attías y Nicolás Vázquez, en Telefé) o explícitamente sexual en Romeo y Julieta (con Gandini y Elías Viñoles), donde cada actor asegura haber tenido su propia escena de cama. Las tiras juveniles de 2007 son ficciones a la vieja usanza, respetuosas de las jerarquías de la belleza (Patito feo) y la clase social (Romeo y Julieta). En Casi ángeles, la tradición Cris Morena de tres bandos convivientes (malísimos, buenísimos e infantes crecidos) convierte el asunto en la continuidad de la saga de Chiquititas: de cómo se salva a unos huérfanos explotados del villano de turno.

Se presentan dos galanes precoces y una heroína, que acaban de prestarse a una flamante expresión de fanatismo por estrellas juveniles: accedieron a la foto vía celular que desterró al anacrónico autógrafo manuscrito. Pero, en verdad, si hay una muestra de anacronismo en este lugar en el mundo es justamente la trama de Patito... que se construye como análogo perfecto de Betty la fea pero aplicado a la pubertad (todos están en un primer año del colegio Prettyland y proponen una lucha feroz entre “las divinas” y “las populares”, divididas según la atribución de belleza). “Patito feo es un producto sano”, concluye, sin embargo, Nicolás Zuviría, el jovencísimo Alan. “Mi personaje es un chico muy sensible, muy cariñoso y que sabe lo que quiere: a su novia la defiende a muerte. Es igual a mí: yo soy muy sensible, a veces un poco tímido. Soy muy romántico, y acá los chicos te lo pueden decir.” Patito –según la actriz Nicole Luis, una de las divinas– se aparta de la tradición impuesta por Rebelde Way, ya que no propondría divisiones según clase social a cambio de una frontera bien marcada entre los lindos y los feos.

“La clase social también divide –dice Nicole–, pero acá todos somos de un barrio privado, y ninguno del Prettyland está mal económicamente. Hasta Patito (Laura Esquivel), que viene de San Martín de los Andes, no está tan mal. Nosotras creemos que somos perfectas, pero siempre algo nos falla: el profe no me tira onda.” Interrogados sobre sus adolescentes preferidos en la escena catódica, Nicole Luis elige a Morena (Vanesa González, en Son de Fierro) porque “lucha por lo que quiere, no para y no deja en paz a nadie. Es caprichosita, quiere y quiere. Y no fue discriminadora con el ciego de Mariano Martínez. Luisana Lopilato, en Rebelde Way, sí discriminaba a las feas y las pobres”. Nicolás Torganovsky, un púber hiperracionalista, miembro de los populares en Patito feo, rescata al personaje de Josefina (Telma Fardin), en su propia telenovela, “porque es de las populares pero pudiendo elegir ser otra cosa. Ella no es fea”.

¿Hay una baja en el coeficiente intelectual de las jóvenes criaturas ficcionales? En las tres tiras juveniles, hay una fijación por el romance (concretado en acto sexual o esbozado en una cartita) que deja afuera cualquier conversación sobre temas de actualidad: ni guerras de colegios, menos aún alusión a matanzas universitarias o a tragedias recientes. Ni tampoco se perciben rasgos de personalidad o cambios de hábitos reseñados por los suplementos juveniles: ni ambigüedad para vestirse, pero sí precocidad para adoptar costumbres de la mediana edad. “Depende a qué apunte el programa”, argumenta Elías Viñoles, protagonista de Romeo y Julieta y ex consorte sexual del personaje de Mónica Ayos en Sos mi vida. “Está bien que haya programas que muestren una realidad más light, para que la gente no se lo tome tan a pecho. Falta el barrio, y yo que soy de Urquiza lo vivo y lo veo todos los días. Pero tampoco hay por qué bajar tanto a la realidad. Tal vez sean problemas no solucionables artísticamente”. Mondo light incluye una tendencia recurrente a hacerlos cantar, en bandas como el Erreway de Rebelde Way y los actuales solos de Romeo... y Patito.... Esas performances tan parecidas a la banda de Lusiana Lopilato & Co. a veces sirven para aludir elípticamente al contexto social. “¿Guerras de colegios?”, se pregunta la actriz Jazmín Beccar Varela, ex Rebelde, actual Romeo... “Está y se va a ver, pero desde el punto de vista musical” (¿?). Si las nuevas tiras juveniles reflejan un cambio generacional, el salto parece remitir exclusivamente a una precocidad para llevarse a la cama mutuamente. Así lo entiende Benjamín Amadeo, uno de los tantos rubios de ojos claros en el lugar, que corrobora la existencia de “un solo código, nomás”.

–¿Se puede saber cuál es?

B. A.: –Sin lengua. Además, si metés la lengua, te incendiás. Somos quince chicos y quince chicas de la misma edad, nos calentaríamos y encima esto va al aire. Pero el cambio está en la realidad: en la matinée, lo que yo hacía a los 18 ahora se hace a los 14; avanzó la promiscuidad.

J. B. V.: –Hoy en día es todo más explícito. Para las chicas es mucho más pudoroso, aunque esté cuidado. Estamos tapadas por sábanas, con corpiño y bombacha, cuidadas por los técnicos. Lo que se ve es el antes y el después. Los besos se aprenden dándolos, y por la química que tenés con la pareja; a nadie le gustaría que lo besen sin tener ganas.

Diego Mesaglio: –Quizás en Rebelde... el sexo se daba a entender, pero acá todos tuvimos una escena sexual. Un precursor era Coco Maggio (Tomás) en Rebelde... Era el fiestero: pura joda, mujeres y facha.

Los personajes favoritos, en los estudios de Martínez, vuelven a referir una y otra vez a un pasado no tan lejano. “La adolescente que elijo es Dolores Fonzi en Verano del 98”, argumenta Jazmín. “Por extrema, al límite, en una tira que volvió frecuentes la muerte y la resurrección. Marcela Klosterboer revivió cuatro veces. Para mí hoy faltan ideas.” En el ranking de las criaturas más citadas, casi nadie, en los elencos respectivos, hace foco en los lindos actuales de Patito..., Romeo... y Casi ángeles, tal vez por la magra hondura narrativa y la escasa densidad psicológica, tan poca que los antiquísimos Diana de Pelito, Julieta de Clave de Sol y Mariana de Montaña rusa ingresan automáticamwente, por comparación, a un panteón de personajes inolvidables. Tal vez la rotación continua de parejas y la concreción sexual inmediata colaboren a hacer inaprensibles los nombres de individuos y parejas. “Antes se hablaba de la primera vez”, recuerda Luciano Cáceres, que actúa en Patito feo. “Hoy tienen una vida sexual activa. La fijación por el romance está pautada por la telenovela; si no, no funciona.” “Yo no veo más que Los Simpson”, sorprende, de pronto, Ramiro Torres, del elenco de Patito...; trae al juego de los favoritos el nombre de Lisa, tan ligado a la racionalidad exacerbada, la pasión por el objeto-libro, el desarrollo de un talento artístico, la rebelión al statu quo familiar y escolar y la personalidad definida por su no complacencia, cualidades restringidas a otro mundo, uno en el que, por el momento, el dibujo animado es amo y señor.

martes, 8 de mayo de 2007

Fiebre adolescente por Casi ángeles

Cris Morena y los actores de su tira "Casi ángeles" debieron suspender la segunda presentación del CD de la novela, que se iba a realizar ayer por la tarde en el Gran Rex, ya que el local se encontraba desbordado de público. Según informaron fuentes de la productora, unas 3.200 personas se dieron cita para la primera función, en la que se presentaba la placa "Teen Angels", ejecutada por la banda formada por algunos integrantes de la tira, como Emilia Attias y Nicolás Vázquez. Ante un teatro lleno, todos firmaron autógrafos, exhibieron un video nuevo y cantaron cinco canciones. "Pero debido la gran cantidad de público que esperaba afuera, resolvimos vaciar la sala, que ingresen los que estaban en la avenida y hacer una segunda función", explicaron de la producción. Para tener una idea de la multitud que aguardaba, había unas ocho cuadras de cola.

Finalmente, la empresa a cargo de la seguridad del teatro dispuso la suspensión de la segunda función porque el Rex "estaba desbordado de gente". Tal decisión generó escenas de llanto entre muchos adolescentes que no pudieron ingresar. Un nuevo fenómeno, otra vez, creado por Cris Morena.